Amélie es una comedia romántica francesa del año 2001 dirigida por Jean-Pierre Jeunet, el guion fue escrito por Jeunet con la colaboración del novelista Guillaume Laurant en los diálogos. fue protagonizada por Audrey Tautou como Amélie. La película fue distribuida en Estados Unidos por Miramax y en España por Manga Films.
La película narra la historia de una chica cuya infancia fue limitada por la falsa preocupación de su padre de que ella sufria del corazón. Ha visto a su pez de colores deslizarse hacia las alcantarillas municipales, a su madre morir en la plaza de Notre-Dame y a su padre dedicar todo su afecto a un gnomo de jardín.
"El fabuloso destino de Amélie Poulain"
Le fabuleux destin d'Amélie Poulain
Amélie cumple 22 años y deja su casa para instalarse en un apartamento en Montmartre que se costea trabajando como camarera del "Café les 2 Moulins”. El mismo día que se entera que Lady Di fallece en un accidente de tráfico, descubre que en su baño hay una pequeña caja que contiene juguetes, fotografías y cromos que un niño escondió cuarenta años atrás, por lo que decide buscarlo y entregarle la caja. Una vez hace la devolución de la caja y nota la positiva reacción de su dueño, descubre su objetivo en la vida: ser vengadora del bien.
Con la ayuda de su vecino Raymond (un anciano conocido como “el hombre de cristal” por la debilidad de sus huesos) y tras una larga búsqueda por toda la ciudad, Amélie consigue finalmente localizar al dueño del tesoro y devolvérselo de forma casual tras una estrategia muy original. El dueño no sólo se emociona profundamente al descubrir que toda su infancia estaba en esa cajita, sino que además se plantea mejorar su vida actual. En ese momento Amélie tiene una sensación de completa armonía y decide volcarse hacia los demás para crearles felicidad en sus vidas.
Este sentimiento se agudiza especialmente tras conocer a Nino, un chico tan raro y soñador como ella, que colecciona las fotos que la gente va desechando en las cabinas fotográficas. Amélie siente fascinación por Nino pero prefiere un encuentro casual a una presentación directa. Lo intenta varias veces sin éxito y acaba dejándolo por imposible. Pero finalmente Raymond, le corresponde con la misma moneda a Amélie, incitándola a buscar lo que había dejado en un segundo plano: su propia felicidad.